jueves, 23 de julio de 2009

Políticamente sospechosa

Un tema de debate…

Me limito a transcribir las palabras que pronuncia Settembrini en La montaña mágica, de Thomas Mann, en traducción de Isabel García Adánez:

“¿Me preguntaba acerca de la música? […] La música… es lo no articulado, lo equívoco, lo irresponsable, lo indiferente. Tal vez quieran objetar que puede ser clara. Pero la naturaleza también, al igual que un simple arroyuelo puede ser claro, ¿y de qué nos sirve eso? No es la claridad verdadera, es una claridad ilusoria que no nos dice nada y no nos compromete a nada, una claridad sin consecuencias y, por tanto, peligrosa, puesto que nos seduce y nos amansa… Concedan ustedes esa magnanimidad a la música. Bien…, así inflamará nuestros afectos. ¡Pero lo importante es poder inflamar nuestra razón! La música parece ser el movimiento mismo, pero a pesar de eso, sospecho en ella un atisbo de estatismo. Déjeme llevar mi tesis hasta el extremo. Siento hacia la música una antipatía de índole política. […] La música es inapreciable como medio supremo de provocar el entusiasmo, como fuerza que nos eleva y nos arrastra hacia delante, cuando encuentra un espíritu preparado para sus efectos. Sin embargo, la literatura debe haberla precedido. La música sola no hace avanzar al mundo. La música sola es peligrosa. […] El arte es moral en la medida en que despierta a las personas. Pero ¿qué pasa cuando ocurre lo contrario: cuando anestesia, adormece y obstaculiza la actividad y el progreso? La música también puede hacer eso, es decir, ejercer la misma influencia que los estupefacientes. ¡Un efecto diabólico, señores míos! El opio es cosa del diablo, pues provoca el embotamiento de la razón, el estancamiento, el ocio, la pasividad… Les aseguro que la música encierra algo sospechoso. Sostengo que es de una naturaleza ambigua. Y no es ir demasiado lejos si la califico de políticamente sospechosa.”

¿Qué os parece?

2 comentarios:

  1. Despierte pasiones o anestesie, la música es siempre sospechosa para quien adora el silencio. Pero todo es cuestión de perspectiva. Los hay que buscan el silencio a través de la música. Esos son los que se anestesian. Los hay que huyen del silencio a través de la música. En estos, que somos la mayoría, la música despierta pasiones más o menos patológicas. ¿Cuál es el mejor camino? Parece que en este planeta la naturaleza ha optado por los ritmos (o ciclos: días, noches, lunaciones, estaciones, replicaciones celulares, menstruaciones, la vuelta al cole...), así que el silencio sólo es una opción realista para los que buscan el nirvana intemporal. Y esos lo encuentran todo sospechoso, porque se han equivocado de lugar. Con la de sitios tranquilos que hay en el universo y han tenido que caer aquí. Pobrecillos. No les va a quedar más remedio que bailar hasta caer exhaustos.

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  2. Hola Alex! has conseguido picarme...
    Puede ser, igual es cierto que “la música sola no hace avanzar al mundo” y que “no transmite un mensaje político claro” pero ¿por qué hay que lanzar mensajes políticos?
    También compara la música con la naturaleza algo que yo también hice el mes pasado. Disfrutando del paisaje en Pirineos pensé que la música es la única aportación humana que está a la altura de la belleza de la naturaleza. Con la reflexión del tal Settembrini mi teoría se afianza:
    Si en la naturaleza las fronteras de los países estuviesen marcadas de manera natural, el mensaje político estaría bien clarito pero en la Naturaleza no hay fronteras, como en la música. La política no está a la altura de ninguna de las dos. No sé si me explico...
    Irene

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